Amada hija.
Aún siento en mi como si fuera ayer, tu cálido y delicado cuerpecito aferrado a mi mientras te mantenía en brazos al nacer, esa sensación indescriptible que hizo que el universo se parara por un instante y en silencio, nos dejara a solas a ti y a mi, padre e hija, ternura y amor. Nadie me dijo entonces que me perdería tantas cosas de ti, nadie me dijo que aquella sensación indescriptible, se convertiría en el mayor de los dolores y que cada noche arrastro solo con el consuelo de llevarte en mi mente y en mi corazón. Vivimos en un mundo de locos y locura es la distancia y la lejanía en el dolor, cuando hay tanto amor. El alma se desgarra y en su sufrimiento por la ausencia de aquella vida que diste, cada día gotean recuerdos de ti, hija mía. No se que te habrán contado de mi, no se que elixir de la mentira te habrán hecho beber para que al fin sientas tanto odio por quien solo supo desvivirse por ti. Algún día tu serás madre y entenderás, al igual que cuando yo fui padre entendí. Entenderás que el engaño al que te sometieron te hizo vivir en una mentira sobre mí y que cada segundo que perdimos juntos, añorarás haberlos vivido, pero quizás sea ya tarde entonces. Yo no pierdo la esperanza, y la puerta de mi alma sigue abierta a la espera de verte llegar, aunque sea solo de lejos. Seguramente te dijeron que me olvide de ti, que mi amor se agotó y que no quise ser quien tu querías que fuera, y nada más lejos de la realidad, nada más cruel que te hayan hecho creer eso. Desde mi amor pelee, luché, insistí hasta el límite, ante quien podía decidir, pero no me escucharon. Sentí la impotencia y la rabia, porque poco a poco me arrancaban cada segundo de existencia junto a ti. Desde el fondo del precipicio donde caí, aún ahí seguía pronunciando tu nombre, y cada día al despertar, tu imagen me acompaña, y durante el día saber que estas bien me consuela. Te has convertido en una hermosa mujer y la vida te regalará mil regalos. No los desaproveches, tómalos y disfrútalos. No importa ya si dejé de existir para ti porque a mi solo me importa que tu si existas para mi, y allá donde vaya, en esta vida o en otras vidas, tu siempre serás mi hija amada, ausente pero siempre presente, distante pero siempre cercana en mi corazón. Quizás escuchaste a todos, quizás decidiste creer a todos, pero nunca me preguntaste a mí, y aunque muchas veces intenté acercarme a ti, nunca te dejaron escucharme. Hoy ya eres mayor de edad, eres responsable, eres mujer. Hoy también es el tiempo de la verdad, el tiempo que toca decidir por la verdad o seguir viviendo en la mentira. ¿Te has preguntado alguna vez el motivo por el que nunca han dejado que hables conmigo? Solo tiene miedo a la verdad quien realmente miente, y yo no tengo miedo a la verdad, solo tengo miedo a no verte nunca más. Yo siempre seré tu padre, y siempre te esperaré, aunque tu no quieras volver a mi.
De tu padre que siempre te amará y siempre te esperará.
Aún siento en mi como si fuera ayer, tu cálido y delicado cuerpecito aferrado a mi mientras te mantenía en brazos al nacer, esa sensación indescriptible que hizo que el universo se parara por un instante y en silencio, nos dejara a solas a ti y a mi, padre e hija, ternura y amor. Nadie me dijo entonces que me perdería tantas cosas de ti, nadie me dijo que aquella sensación indescriptible, se convertiría en el mayor de los dolores y que cada noche arrastro solo con el consuelo de llevarte en mi mente y en mi corazón. Vivimos en un mundo de locos y locura es la distancia y la lejanía en el dolor, cuando hay tanto amor. El alma se desgarra y en su sufrimiento por la ausencia de aquella vida que diste, cada día gotean recuerdos de ti, hija mía. No se que te habrán contado de mi, no se que elixir de la mentira te habrán hecho beber para que al fin sientas tanto odio por quien solo supo desvivirse por ti. Algún día tu serás madre y entenderás, al igual que cuando yo fui padre entendí. Entenderás que el engaño al que te sometieron te hizo vivir en una mentira sobre mí y que cada segundo que perdimos juntos, añorarás haberlos vivido, pero quizás sea ya tarde entonces. Yo no pierdo la esperanza, y la puerta de mi alma sigue abierta a la espera de verte llegar, aunque sea solo de lejos. Seguramente te dijeron que me olvide de ti, que mi amor se agotó y que no quise ser quien tu querías que fuera, y nada más lejos de la realidad, nada más cruel que te hayan hecho creer eso. Desde mi amor pelee, luché, insistí hasta el límite, ante quien podía decidir, pero no me escucharon. Sentí la impotencia y la rabia, porque poco a poco me arrancaban cada segundo de existencia junto a ti. Desde el fondo del precipicio donde caí, aún ahí seguía pronunciando tu nombre, y cada día al despertar, tu imagen me acompaña, y durante el día saber que estas bien me consuela. Te has convertido en una hermosa mujer y la vida te regalará mil regalos. No los desaproveches, tómalos y disfrútalos. No importa ya si dejé de existir para ti porque a mi solo me importa que tu si existas para mi, y allá donde vaya, en esta vida o en otras vidas, tu siempre serás mi hija amada, ausente pero siempre presente, distante pero siempre cercana en mi corazón. Quizás escuchaste a todos, quizás decidiste creer a todos, pero nunca me preguntaste a mí, y aunque muchas veces intenté acercarme a ti, nunca te dejaron escucharme. Hoy ya eres mayor de edad, eres responsable, eres mujer. Hoy también es el tiempo de la verdad, el tiempo que toca decidir por la verdad o seguir viviendo en la mentira. ¿Te has preguntado alguna vez el motivo por el que nunca han dejado que hables conmigo? Solo tiene miedo a la verdad quien realmente miente, y yo no tengo miedo a la verdad, solo tengo miedo a no verte nunca más. Yo siempre seré tu padre, y siempre te esperaré, aunque tu no quieras volver a mi.
De tu padre que siempre te amará y siempre te esperará.