Se hace llamar Pirulo, el novio de la muerte, ex legionario según relata. Personaje peculiar fácil de encontrar por las calles de Badajoz, seguido de su perro canela fiel "Canuto", con el hueco de una gran tinaja como refugio nocturno, y pululante continuo por el centro de Badajoz. Un personaje digno de ser ratón colorao, como lo llamaría Jesús Quintero, identificando a aquellos personajes que forman parte del paisaje de la ciudad, únicos, originales y pintorescos, libres y vivos en su mundo. Canuto lo sigue continuamente, y siempre pendiente de su amo, de su compañero. Ambos paran donde quieren, pasean por donde les place. El cuenta miles de historias y canuto escucha sin más. A veces Pirulo lo lleva en volandas, o simplemente subido a su hombro. Ambos son el calor del otro mutuo, la compañía sin precio, el remanso de vida en la locura diaria. Entre las calles del centro los puedes ver, por el Tronco o el Bigote, el Postigo o la Plaza de España. Personajes auténticos, animal y hombre, auténticos en su vida en libertad.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
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