Una gaviota me susurro en la noche que tenía una ilusión. Quería reunir los mejores relatos en torno a una mesa tomando un café, y así fue buscando entre libros, letras, poemas y ensayos. Sin embargo no se decidía porque el reto la intimidaba y dudaba. Entre mil ideas de como seleccionar lo mejor, se le ocurrió esbozar dibujos confiando en que su imaginación le daría las pistas adecuadas y sabría cuales eran los mejores. Buscó entre cuentos y relatos, entre historias y novelas, entre personajes pintorescos, trágicos y cómicos, patéticos y románticos, mientras seguía dibujando. Cuando se dio cuenta de su inconsciente habían ido surgiendo impulsos hacia su mano haciéndola crear, sin saberlo, un dibujo plasmado en el papel. Un libro manuscrito arropado por una pluma descansando, un café acompañados de letras y unas golondrinas que surgían del libro y volaban hacia un 25 seguido de relatos y un café. Había creado la puerta a los 25 relatos fueran los que fueran, porque entendió que ninguno es mejor que el otro, que solo depende de quien los lea y como los lea.
Y simplemente dejó que cada relato hablara y fuera creando la obra acompañada del sabor de un buen café.
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