Un niño que despierta, legañoso aún pero entusiasmado. El día le regalará con la bruma del alba y el rocío de la mañana un recorrido en compañía, seguro, protegido y entusiasmado. Admirado de la compañía que lo lleva hacia una aventura mientras pasa veloz el paisaje que le adivina, saludando el horizonte y el sol que se despereza y me sonríe. Es un día especial porque voy con él, y llegados, miro con admiración su habilidad en la preparación de los atavíos, como busca el lugar más adecuado y yo le sigo en silencio, cómplice. La plomada lleva el anzuelo hacia el fondo del riachuelo que juega a esconderse entre los árboles que extienden sus ramas hasta acariciar el agua transparente, fría. Sentados a a la orilla, yo a su lado, y el dejando que su amor le lleve a regalarme una caricia en mi cara aún fría. Me siento bien, cálido y arropado. Ambos en silencio, a la espera de que las carpas o barbos que juguetean con la carnaza, se aventuren al desenlace que los llevará hasta nosotros. Los pájaros de la mañana son los únicos que hablan, las hojas de los árboles se dejan acariciar por la brisa, y la corriente del río nos regala una melodía continua. Ese hombre al lado del que estoy viene a mi memoria hoy en recuerdo de momentos de aventura, pescando. Tiempos en que sólo sentía protección y seguridad, ternura y admiración. Lo recuerdo bien, como si ayer al amanecer, aun legañoso, viera pasar el paisaje de nuevo en dirección a una nueva aventura con él. Aquel niño ahora ha crecido pero en su recuerdo, sigue siendo aquel niño que tantos amaneceres disfrutaba con él. Ya te fuiste hace tiempo, pero siempre estas en mi, y se que siempre deseaste más de una vez, poder haber disfrutado una vez más de aquellos amaneceres, y aunque no pudo ser, yo se en el fondo de mi ser, que volveremos a pescar papa, cuando nos volvamos a ver, en otro río, con otro amanecer, con otro paisaje, pero volveremos a pescar.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
Miguel ..... atrapante relato con letras que llegan al corazón y la esperanza del último encuentro en el más allá.
ResponderEliminar¡¡¡ bonito y triste a la vez !!!
Saludos desde Argentina