martes, 7 de octubre de 2014

Observé, entendí y me fuí

Dejando la vida pasar observe que muchas personas viven de la apariencia, de la imagen superflua y efímera, y que su mundo se construía de una falsa belleza articulada por potingues cosméticos, musculoso machaque en los gimnasios y gastos inútiles para llevar aunque sea solo un pañuelo del último diseñador de moda. Observe como un grupo de personas casi podías mirar a uno solo y ya habías visto a los demás, calcados unos de otros, gemelos repetidos y agrupados en diversión fingida la mayor de las veces. Observé risas forzadas encubridoras de tristeza interior, anhelos deseados y nunca conseguidos por ser el mejor o la mejor no por sí mismos, sino por lo que entienden que la sociedad reclama en cuanto al ser y al estar. Observé la vida pasar ante mi, en un continuo ir y venir de locura sin tiempo para nada y llenando el calendario de cosas que hacer por miedo a la soledad. Observé como se presume de lo que no se tiene simplemente por aparentar tener mas que el vecino. Observé la envida latente, la codicia ansiosa, el egoísmo aniquilador. Observé caminantes agarrados al móvil pendientes de wasapp y casi dándose de bruces contra una farola por no mirar por donde van.

Viendo la vida pasar ante mi, entendí lo que no debe ser para comprender lo que debería ser, viendo idas y venidas, recorridos largos y cortos, miradas perdidas en ninguna parte, automatismo existencial, llenando cada hueco del día con algo, lo que sea, con tal de no sentir un segundo de vacío. Entendí que la humanidad no es capaz de mirar en su interior por miedo a morir de un infarto si descubre lo que no quiere descubrir. Entendí que el vacío existencial mueve a realizar muchas tonterías sin sentido y que el valor de vivir cae en manos de la vorágine social, que anula al individuo para convertirlo en un número, en un nombre en un expediente. Cruce de caminos, atajos del destino, espacios perdidos.

Observé todo esto y más, y entendí hacia donde tengo que ir, y entendiendo y observando lo que no debería ser, comprendí lo que es necesario descubrir para vivir sin más, y al final, me fui hacia donde los sueños se hacen realidad, las esperanzas se inundan de verdad y la verdad se hace vitalidad. Simplemente me fui para vivir.

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