Adormece en sus tardes entre obligaciones y guardias, cumpliendo para ser la mejor pero olvidada de su ilusión. Añora una esperanza escondida siempre tras un adiós, sin arriesgar, sin emoción, amando en sufrimiento sin ninguna razón. Se creía en la razón añorando comprensión. Desea tanto un abrazo, una emoción, que se le esfuma entre las manos el amor. Nadie se acerca buscando su corazón pero todos la desean solo en la atracción. Se pregunta en sus noches si alguna vez conquistarán su corazón, y en secreto y en silencio, aún lo espera entre lágrimas y atardeceres. Amanecen sus días besando una imagen y un recuerdo y en los paseos por los fríos pasillos, su esperanza se la lleva el viento como una hoja a la deriva, sin rumbo y sin sentido, con el pretexto del cariño cercano, consolándose por no saber amar. Y cuando sale y el sol la regala sus caricias, sus lágrimas brillan, sabiendo que hasta que ella no vaya tras el, él nunca llegará a ella. Así camina ella, adormecida entre hojas de papel y dejando pasar las tardes entre obligaciones y un té.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
lunes, 7 de septiembre de 2015
Adormece en sus tardes
Adormece en sus tardes entre obligaciones y guardias, cumpliendo para ser la mejor pero olvidada de su ilusión. Añora una esperanza escondida siempre tras un adiós, sin arriesgar, sin emoción, amando en sufrimiento sin ninguna razón. Se creía en la razón añorando comprensión. Desea tanto un abrazo, una emoción, que se le esfuma entre las manos el amor. Nadie se acerca buscando su corazón pero todos la desean solo en la atracción. Se pregunta en sus noches si alguna vez conquistarán su corazón, y en secreto y en silencio, aún lo espera entre lágrimas y atardeceres. Amanecen sus días besando una imagen y un recuerdo y en los paseos por los fríos pasillos, su esperanza se la lleva el viento como una hoja a la deriva, sin rumbo y sin sentido, con el pretexto del cariño cercano, consolándose por no saber amar. Y cuando sale y el sol la regala sus caricias, sus lágrimas brillan, sabiendo que hasta que ella no vaya tras el, él nunca llegará a ella. Así camina ella, adormecida entre hojas de papel y dejando pasar las tardes entre obligaciones y un té.
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