Desde la rabia y el dolor de tanto pasado en la vida, cuando la puerta de mi esperanza se cerraba tras de mi resignado, cansado y con lagrimas en los ojos, viendo el sol salir por casualidad y la noche llegar sin saberlo. Cuando el tiempo se paro en la memoria de mis esperanzas y me hablada de que ya no había posibilidad, de que era tarde, de que era mejor cerrar los ojos a la visión del amor, a la ternura de la caricia. Cuando al levantarme por las mañanas nada me provocaba una sonrisa y en mi rostro las marcas del olvido se hacían cada vez más intensas. Cuando andando por la calle miraba una ilusión pasar y otra seguir su camino. Cuando de todo eso ya me convencía, una noche de reyes se abrió una puerta y entraste tu, radiante, bella, señora, hermosa y pasajera de la nave de lo increíble. Cuando del sueño del letargo me había convencido, tú llegaste y pronunciaste mi nombre, llenaste mi cabeza de tu nombre. Cuando de las noches solitarias ya me había hecho amigo, irrumpiste en mis sueños velando mis vigilias, acariciando mis sienes y mi cara, mirándome en tus sueños. Cuando de mi andar por la vida miraba ilusiones, tú te cruzaste deslumbrante ante mi mirada y ya no pude mirar a ninguna otra parte que no fueran tus ojos. Cuando de mis lágrimas había hecho mi consuelo resignado, tú llegaste con el pañuelo de tus besos y enjugaste mi pena. Mis ojos hoy se abren lentamente, despacio, con miedo a que cuando vean tú seas una ilusión. Pero siento tu mano acariciar la mía y entonces me atrevo. Me atrevo a verte, a comprobar que existes y eres real, que tu susurro consuela mis oídos, que tu mi-rada es mi vida, que la luz de mi alma apagada tú has encendido, que mi corazón vuelve a latir por mi y por ti, por nosotros y por el mañana juntos. Hoy un paisaje de verde esperanza se presenta ante mí y paseo entre las flores de nuestro amor cogido de tu mano y sintiendo la brisa de la poesía recitar mil poemas con tu nombre, y el horizonte queda lejano pero sin prisa por llegar, saboreando cada paso por el prado, con el susurro de la hierba rozando tus pies, con mil reflejos de amor en nuestros ojos, llenando-nos de sed de amar. Desde la rabia y el dolor que me hacia morir, hoy el milagro del amor ha llegado a mi vida, desde tu amor por mi y de mi amor por ti.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
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