viernes, 16 de septiembre de 2016

Historia de un dibujo de mi padre

Dibujo realizado por D. Justo Calvo Miralles 
cuando el niño tenía 8 años
Cartel de la Semana Santa de Sevilla de 1962 
que sirvió como modelo

Un niño de 8 años apoyado en el resquicio de la puerta de un salón amplio, mira ensimismado como aquel hombre sentado va esbozando día a día trazos que van haciendo aparecer los perfiles de un Cristo crucificado, emergente de las nubes. Ese niño se sentía muy unido al artista en amor paternal y deseaba en su deseo infantil que aquella imagen surgida del carboncillo inquieto acabara siendo un regalo de aquel padre que admiraba. Los días pasaban y el niño no faltaba a ninguna cita de espectador mientras a cada instante se sentía mas y mas inquieto a la espera de ese día que el deseaba se convirtiera en el momento del regalo. 



Enésimo dibujo del niño de 8 años
El día llegó y aquella ilusión se convirtió en decepción. Y aquel dibujo creado por la mano de ese padre fue a parar a las manos de su hermano, porque era un compromiso adquirido y sin posibilidad de ser eludido. El niño decepcionado se sintió frustrado, pero al mismo tiempo desde su fuero interno, la rabia le hizo tomar una decisión: dibujaría una y otra vez el aquella imagen hasta que consiguiera plasmarla, y así lo hizo, y a base de intentarlo una y otra vez el tiempo pasaba y aquel padre incluso ya había fallecido. El niño jamás volvió a ver aquel dibujo de su padre. Y un día, en un enésimo intento por conseguir dibujar el mismo dibujo, sin más, surgió la creación y el resultado le satisfizo. Aquel niño tenía entonces 30 años y ya era padre también. y sintió que aquella rabia surgida hacía tantos años se esfumaba y se sintió en paz.


Aquel niño de 8 años era yo, y el artista que yo contemplaba cada día en el quicio de la puerta del salón era mi padre, D. Justo Calvo Miralles, y aquella rabia que me hizo hacer aquel dibujo una y otra vez, fue la que me llevó a desarrollar, al igual que el, las habilidades para el dibujo en la pintura. A veces, sin motivo aparente, una razón ilógica te lleva a una consecuencia lógica. Seguramente si yo no hubiera dibujado mil veces aquel dibujo de mi padre, no habría desarrollado mis habilidades para el dibujo. Hoy tengo esas habilidades y no se me da nada mal.

Hace unos años contacte con mi tío, a quien mi padre le hizo aquel dibujo tomando como modelo un cartel de Semana Santa de Sevilla del año 1962 del Cristo de la Hermandad del Calvario. Cuando después de casi 40 años volví a ver aquel dibujo de mi padre, algo en mi se removió por dentro, y no pude evitar que las lágrimas surgieran en desahogo. Lo que había estado pendiente durante 40 años se había resuelto al fin y recuperaba, en parte, aquella ilusión por tener el dibujo del Cristo de mi padre, aunque fuera en copia, pero lo tenia al fin.

Esta es la historia del dibujo de un Cristo y la historia de como un niño, por una rabia infantil, aprendió a dibujar.





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