domingo, 20 de marzo de 2016

si pudiera cambiar algo de mi vida

Si pudiera cambiar algo de mi vida, si pudiera retroceder al pasado y ajustar algunas cosas que pasaron entonces, hubiera evitado vivir algunas cosas, conocer a algunas personas y esperar; esperar a que tu aparecieras en mi vida, que me amaras como me amas, y que pudiera hacerte feliz como me dices que puedo hacerte feliz. Entonces te hubiera reconocido al mirarte a los ojos como hoy lo hago. Entonces hubieras sido mi espera como hoy lo eres. Entonces no hubiera habido heridas porque tu no lo hubieras permitido, no hubiera sentido la soledad en la lucha porque tu no lo hubieras permitido. Quizás entonces hubiera llorado, pero mis lágrimas pasadas son menos lágrimas contigo a mi lado. Entonces me hubieras acariciado y me hubiera sentido en paz, tranquilo. Si entonces hubiera habido traiciones injustas, tu no lo hubieras permitido porque me habrías avisado iluminándome con tu sonrisa en ese laberinto humano que nos consume a todos.

En aquel entonces hubiera amanecido con la luz de tus ojos, mirándome, descubriéndome, curándome. Pero amor, ya no importa el pasado, porque todo eso y más ya lo haces en el presente porque me amas, me iluminas, me avisas, me das tranquilidad, estas continuamente ahí, en la distancia y en la presencia. No quiero cambiar el pasado si pudiera, porque si no hubieran pasado las cosas como pasaron en nuestras vidas, nuestros caminos no se hubieran cruzado. Si algo del pasado se hubiera cambiado, el futuro hubiera sido distinto y este presente continuo que vivimos tu y yo no existiría. Tu pasado, mi pasado. Eso no importa. Solo importa nuestro continuo presente en ese camino que hemos creado donde el final de cada uno es el mismo final del viaje, amor.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Volver a la eternidad de mi ciudad



Vuelvo a verte testigo de mi vida, allí donde me criaste entre azahar y amaneceres de mil días. Vuelto a verte paseando de la mano del corazón que me acompaña para reconciliarme con el pasado y de las heridas ya perdidas. Al llegar a ti me recuerdo en aquellos días en que tuve que partir, diciéndote adiós obligado inmigrante por el avatar de lo vivido, hasta que vuelvo a ti, ahora vivo y lleno de sentimiento por ti, guiando a quien me ama por los recuerdos de mi infancia, por las imágenes de los momentos en las esquinas de mi adolescencia como un tesoro que en ti quiero depositar para que seas la guardiana de todo aquello que amé y que ahora te pertenece al igual que te pertenezco yo. Vuelvo a verte y a contemplarte desde la altura de la historia que nos hizo encontrar, y ahora qui desnuda el alma sin mas, no puedo más que decir que aquí estoy de nuevo mi ciudad de color especial, porque llegó el momento de amar y ser amado, porque llego el momento de volver a la eternidad de mi ciudad contigo, juntos, hasta el final.

Dedicado a Griselda y a mi ciudad

martes, 1 de marzo de 2016

En la distancia con amor

En la aurora del día se perfila una mirada que observa el infinito, buscando al otro lado del Atlántico la esperanza de su vida. Amanece en sus días sabiendo que un amor imposible en otras vidas es ahora la posibilidad de su existencia. Al otro lado del Atlántico, en las llanuras de la Patagonia, ella piensa en él, y desde el otro lado del Atlántico, en el viejo continente, él piensa en ella. Se buscaron durante mucho tiempo y se encontraron en el mejor momento aún sabiendo que la distancia los separaba. Pero ellos no desfallecieron, y en el devenir de cada día, fueron construyendo el momento de su encuentro, buscando cada momento, sintiendo cada sentimiento. La fuerza de su amor, la convicción de ser uno del otro les da fuerzas para seguir, para andar y lanzar saetas al viento con su declaración de amor. Las noches acogen los sueños que allí se realizan, a la espera de realizarlos al despertar. Ahora son uno en la distancia pero con ansia de ser uno en el encuentro. Desde su espacio con amor, ella me manda su mirada linda, y me arranca una sonrisa. Desde mi espacio con amor, le mando mis días en su espera, que ella guarda como un tesoro y los reparte entre los instantes de cada uno de sus días. Almas gemelas encontradas, amores en el deseo de la unión, pasiones por vivir, y al fin una vida por vivir, sentados al borde del horizonte que nos separaba y que ahora sella nuestro encuentro. Cogidos de la mano, paseando por la orilla del mar, el ocaso del atardecer nos arropa, porque mañana ya no hay distancia, mañana ya estas aquí, y solo queda por vivir cada hoy hasta el fin. Déjame decirte que apareciste al fin porque mi mano estaba extendida a la espera que tu la cogieras para no soltarla y nunca más dejarte ir, ni aún en la distancia con amor.