martes, 20 de octubre de 2015

Un dia lejano en el que aprendimos a esperar

En los días lejanos, de impaciencia y de espera, se nos marcó poco a poco aprender a esperar. A esperar en la certeza de que todo lo que merece la pena llegará y que el tiempo no es más que una broma inventada por el ser humano, porque cuando lo que se espera llega el tiempo deja de existir, ya todo lo que te rodea te da igual, y solo importa lo que llego que tanto añoraste. Y así llega la reconciliación, el mérito, el primer beso o la primera mirada de amor, llega también el bello atardecer o el amanecer en el mismo colchón. El tiempo te susurra siempre al oído con palabras de paciencia, asegurándote que todo llegará, y que aquel día lejano en que aprendimos a esperar aprendimos también a amar, a amar lo que se tiene, lo que aún no tienes y lo que aún queda por llegar. Y en ese día lejano también aprendimos a esperar que la mentira se torne en verdad, y que el daño sufrido al fin cure de su ansiedad. Un día lejano, ese que me hizo despertar, me enseñó que la espera no es eterna y que todo está aún por llegar, y que aún te extrañarán todos aquellos y aquellas que no supieron mirar y ver que siempre estuviste a la espera, en ese día lejano en que aprendimos a esperar que la vida es sólo una y que en la espera es mejor amar que odiar, sabiendo que al esperar todo lo que mereces en camino hacia ti está. Un día lejano aprendí a esperar lo que merecía la pena esperar, y no esperar por esperar.

1 comentario:

  1. Miguel .... que la distancia interceda en esa espera
    que se hace rogar !!

    Recibe mi saludo desde Argentiina

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