martes, 20 de octubre de 2015

Un dia lejano en el que aprendimos a esperar

En los días lejanos, de impaciencia y de espera, se nos marcó poco a poco aprender a esperar. A esperar en la certeza de que todo lo que merece la pena llegará y que el tiempo no es más que una broma inventada por el ser humano, porque cuando lo que se espera llega el tiempo deja de existir, ya todo lo que te rodea te da igual, y solo importa lo que llego que tanto añoraste. Y así llega la reconciliación, el mérito, el primer beso o la primera mirada de amor, llega también el bello atardecer o el amanecer en el mismo colchón. El tiempo te susurra siempre al oído con palabras de paciencia, asegurándote que todo llegará, y que aquel día lejano en que aprendimos a esperar aprendimos también a amar, a amar lo que se tiene, lo que aún no tienes y lo que aún queda por llegar. Y en ese día lejano también aprendimos a esperar que la mentira se torne en verdad, y que el daño sufrido al fin cure de su ansiedad. Un día lejano, ese que me hizo despertar, me enseñó que la espera no es eterna y que todo está aún por llegar, y que aún te extrañarán todos aquellos y aquellas que no supieron mirar y ver que siempre estuviste a la espera, en ese día lejano en que aprendimos a esperar que la vida es sólo una y que en la espera es mejor amar que odiar, sabiendo que al esperar todo lo que mereces en camino hacia ti está. Un día lejano aprendí a esperar lo que merecía la pena esperar, y no esperar por esperar.

martes, 13 de octubre de 2015

Había un parque aquí en mi barrio...


"Hay un parque aquí en mi barrio, que no es parque ni es ná", decía una canción de Víctor y Diego, un dúo de hermanos de principio de los 70, y al escuchar la canción que se titula "El parque", me evocan aquella infancia y tantos momentos vividos en esos parques de barrio donde se encontraban juegos y sensaciones, donde se descubrían los primeros besos de amor y los juegos intencionados. De ratos con los amigos contándonos mil batallas. Aquellos parques de barrio, hoy muchos derruidos y abandonados, testigos y cómplices de despertares a la vida. de las primeras caídas en los juegos y las heridas curadas con yodo. Hoy, después de muchos años, volví a escuchar esta canción y volvieron a mi esos recuerdos de aquel parque de mi barrio, de tierra y albero, lugar de cita y de encanto, de espera del amigo y del primer beso y de la primera mano cogida, apurando el tiempo antes de volver a casa a la hora. Tantas cosas pasaron en aquel parque de mi barrio.