A veces la vida dibuja un perfil de futuro y te deja adivinar, intuir lo que en el tiempo venidero puede suceder. Las circunstancias se van haciendo patentes y en lo que podemos las controlamos, aunque muchas veces entran en conflicto con otras en el encuentro de dos egoísmo, y solo en el consenso y en la intención mutua de una meta común se puede hacer realidad lo que deseas, avanzar consiguiendo ser un poco más feliz, más persona. A veces también quieres pero no puedes, y no puedes porque no te dejan, y entonces se trata de ironía, de la tragedia de vivir, y a veces solo a veces, te regalan un oasis en el desierto. Y descubres también que muchas veces el encuentro con uno mismo es muchas veces desencuentro con la vida, con los demás. Se trata de un continuo empezar porque siempre que crees hallar las respuestas de la vida, justo en ese momento alguien cambia las preguntas. Pero justo al final, es cuando al fin descubres que la respuesta a todas las preguntas eres tu.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
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