viernes, 7 de marzo de 2014

Llamó a mi puerta


¡Toc! ¡toc! sonó en la puerta, abríendo curioso. Pero al abrir no había nadie. ¡Toc! ¡toc!, volvió a sonar, pero ahora más fuerte, y nuevamente volví a abrir, pero no había nadie. ¡Toc! ¡toc! se escuchó por tercera vez, y al abrir de nuevo no había nadie. Y empece a irritarme pensando que era una broma de alguien aburrido sin más que hacer. ¡Toc! ¡toc! por cuarta vez, aunque ahora no abrí sino que dejé pasar unos instantes por si volvía a sonar o eran imaginaciones mías, pero no volvió a sonar y parecía que no sonaría más. Así fue sucediendo de vez en cuando, que sonaba llamando a la puerta y al abrir nadie había. Pase de la irritación a la perplejidad, de la sensación de estar molesto a ignorar las llamadas. Con el tiempo dejaron de tocar a mi puerta y descanse aliviado, y pronto me olvide.

Pasado el tiempo los acontecimientos de la vida me llevaron a una situación crítica donde no encontraba salida, donde todo se desmoronaba, un tiempo en que pensaba incluso terminar con todo de una vez, donde la sensación de no haber merecido la pena ninguno de los momentos vividos se hacia sonora y machacona, y en ese dilema me debatía mientras mi única compañía era el sonido de mis pasos que me llevaban a ninguna parte. Escuche entonces alguien que me llamaba por mi nombre y volví instintivamente la cabeza para localizar la llamada, dándome de bruces con alguien por delante del que había pasado y no me había dado cuenta y me quedé mirándolo hasta que le pregunte, ¿quién eres?, sin recibir respuesta. Volví a preguntarle, ¿dime quién eres? y entonces solo me miró y su mirada traspasó mi alma y allí aún sin que saliera sonido alguno de su boca, resonaron sus palabras: 

- ¡tu esperanza! aquella que perdiste hace tanto tiempo y que nunca encontrabas, aquella que mientras tu huías de ella, ella te buscaba a ti, y ahora te encuentra para decirte que todo es posible que nada es tan imposible que no se pueda conseguir.

Y entonces desde el fondo de mi alma le conteste:

- ¿Y si te buscaba porqué no te encontraba aunque tu me buscabas?

- Sí me encontraste -me dijo - pero no quisiste abrirme y verme.

- ¿Cuando te encontré? - pregunte desconcertado.

Y entonces como si me hubieran herido mil puñales, me dijo:

- Cuando llame a tu puerta con insistencia y aunque abriste la puerta no me reconociste, no quisiste ver, y al final me dejaste fuera de tu vida, y perdiste la esperanza de nuevo. Al final pensaste que nunca me necesitarías hasta hoy, y solo en ti está invitarme a entrar en tu casa y dejarme que te acompañe.

Solo puede decir entonces una palabra casi con lágrimas: ¡acompáñame por favor! Y desde entonces vive en mi y cuando la vida me lleva a momentos críticos el me recuerda siempre que la dejé entrar en mi casa y que la esperanza siempre permite una salida. Hoy vive conmigo y no la dejare ir.

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