Gracias por estar ahí. Gracias por confiar en mi. Gracias por no dudar de mi cuando yo me movía en la duda y el desconcierto. Gracias por pedirme aún sin pedírmelo que decidiera vivir. El sonido de las voces de todos aquellos que hablaron por hablar, y que tras la falsedad de su mirada se escondía su egoísmo, ahora están en silencio porque ha sido descubierta su falsedad. Has conseguido con tu apoyo que la decepción se convierta en la evidencia de que hay gente que pasa por tu vida y que hay que ignorarla porque se hunde en su propia desgracia. Ante la locura me diste cordura y ante la decepción me diste ilusión. Tu y yo sabemos que todos los obstáculos surgidos y que puedan surgir no impedirán que acabemos nuestro viaje juntos. Gracias por hacerme ver que no merece la pena perder ni un segundo de ti y de mi por nadie, y recuperarlos todos continuamente por nosotros. Gracias por existir y vivir en mi. Gracias porque estas en mi vida.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
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