Tus años se cuentan por tiempos, y tus tiempos sólo son la suma de lo que hiciste, lo que haces, lo que dejaste de hacer y lo que harás. El reloj de tu felicidad sólo cuenta los minutos en segundos de frustración o satisfacción, de amor o de tristeza, de alegría o añoranza. Vives cada segundo en los minutos de tu existencia, en las horas de tu trabajo y en los días de tus encuentros. Cada vez que celebras un nuevo tiempo de tu vida celebras tus éxitos y fracasos pasados hasta ese momento, para desear vivir y sentir todos los momentos nuevos del resto del tiempo que te queda por vivir, y sentir. Suelta el lastre de los tiempos en que la máquina de tu reloj atrasaba o adelantaba, y pon en hora las manecillas del reloj del futuro que aún te queda por vivir, y no atrases ni adelantes horas con las estaciones, sino siente el tiempo en cada tiempo hasta el último de tus tiempos.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario