domingo, 3 de noviembre de 2013

Mirando a través de una rendija

Mirando a través de una rendija, de soslayo, como quien no tenía intención de mirar, como quien no pretendía dirigir su mirada hacia ninguna intención, descubres todo lo que pasa desapercibido, aquello que se susurra a través de la brisa y que te despierta con sensación de una llamada a lo lejos.

Abres una puerta, abres otra puerta, pero por más que intentas localizar una indicación que te lleve hacia lo que realmente quieres descubrir, a poco que casi crees rozar con los dedos, la sensación se esfuma por que lo que tocabas no era real. La mirada sigue buscando inquieta, en cada instante, un sentido, algo que merezca la pena contemplar en toda su realidad, pero no encuentras nada, porque las imágenes pasan por delante de ti en desbandada, continuamente, y para cuando entre la ingente cantidad de cosas se confunde una esencia original, entonces por un instante tus ojos brillan, delatando que aquello que ves parece merecer la pena.

Con el transcurso de los años, lo que veías que te asombraba, ahora lo miras sin más, sin que te arranque ninguna sensación. Y poco a poco, progresivamente, dejas de mirar lo que se te presenta delante de ti, para empezar a mirar hacia ti, a tu corazón, dejando que tu alma te susurre con imágenes de ti que son tu mismo. Dejas de mirar hacia fuera para descubrir que lo que realmente merecía la pena ver, estaba dentro de ti, en ti.

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