Un espejo en la pared me refleja recordándome que retiene miles de momentos pasados ante el. Lo toco y se convierte en agua que se derrama por sus bordes inundándome de sensaciones y recuerdos, memorias de momentos vividos. Busco con mis dedos entre las olas del espejo y olvido para siempre engaños y mentiras, y me siento bien. Cierro los ojos y ella deja de existir para ver reflejado el rostro siempre buscado y hasta ahora equivocado. Las olas del espejo han desparecido y ella esta delante de el, sentada, de espaldas a mi. Cuerpo de seda y reflejos de pasión, veo su rostro reflejado en el espejo. Ella roza con su dedo el reflejo y surgen de nuevo las olas y cuando se calman, es mi imagen la que aparece, y entiendo que se refleja en el solo quien ella ama. Hoy paso por delante del espejo y no hay reflejo, porque ella vive en mi y yo en ella. Siendo uno. Siempre.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
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