Cuando Buda alcanzó la vía de la iluminación lo hizo a través de la vía de la liberación de todo aquello que distrae del verdadero objetivo que es la felicidad. Muchas veces buscamos la felicidad en lo material, en lo sensual o simplemente en la fama y el prestigio, sin darnos cuentas que la verdadera felicidad está en lo simple, en lo esencial. No entendemos que suele salir a nuestro encuentro continuamente pero somos incapaces de verla y reconocerla porque no le damos importancia a lo simple y todo lo complicamos. Pero a veces, solo a veces, la razón de las cosas simples se hacen tan evidentes que acabas dándote cuenta que un simple "hola" de alguien desconocido hasta ese momento se convierte en un re-conocimiento de una intuición que te hace palpitar y segundo a segundo va llenando tu alma de sensaciones, de pensamientos y de detalles que recorren tu alma, que te obliga a poner cara de bobo y te arranca una sonrisa sin saber porque motivo. Empiezas a saborear la felicidad y agarras esa luz para hacer de su llama una luz más intensa en cada instante que pasa para iluminar con más intensidad el minuto siguiente. Todo lo que antes entendías estúpidamente esencial deja de tener valor porque has descubierto que una simple mirada repetida en mi mente como un nombre que se convierte "mantra" y que me lleva por el camino de la iluminación hacia la felicidad. Un camino tuyo y mio. Una senda nuestra y para nosotros de amor, sensación y pasión. Un tu y yo; uno. Con palabras que se convierten en la clave de todo, con momentos que te orientan en el camino y que al ser pronunciadas crean todo un universo real y auténtico. La flor del loto se ha abierto en nuestras almas y tu y yo se han fusionado en un "nosotros" y así ser uno. Y cuando la postura de tu loto se abre para mi, el mantra de la felicidad me acoge entre sus brazos.
Quien quiera entender...que entienda.
Quien quiera entender...que entienda.
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