Una desazón del alma, fracaso anunciado por incompetencia humana. Una tristeza
que recorre el alma como caudal de un río helado. Apenas los rayos del sol te
regalan un poco de calor, una melodía que te evoca momentos vividos, ahora
perdidos. Alma de poeta, corazón herido y destino bohemio incierto. Ya llegamos
al prado donde la visión se hace turbia, donde las imágenes se diluyen en el
recuerdo. Adiós tristeza, sigue tu camino, porque allá a lo lejos la esperanza
de alguna nueva historia quizás salude. Quiero ir, y sin remisión mis pasos me
llevan a andar. Tengo miedo aunque siento alas de ojos de mar que me calman. Hoy
es otro día, otro día del final, otro día del principio de lo que vendrá.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.
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