"Cuando despierte quiero verte guapa y sin llorar". Esto le decía un hijo a su madre poco antes de entrar ante la fría sala del quirófano que lo llevaba hasta el momento más crítico de su vida. Ella, madre, sentía el frío en sus huesos y el temblor por el temor de no ver vivo a su hijo más
y las horas en el tiempo se hacían cada vez más lentas. No hay consuelo en esos momentos, solo incertidumbre y espera. Por su mente pasan todos los instantes de la vida de ese hijo ahora en riesgo, desde su nacimiento hasta este momento crítico, y desde el fondo de su ser pedía a las alturas poder seguir viviendo muchas más sonrisas de él. Estos son los momentos en que una madre se cambiaría gustosa por el lugar de él, es el momento en que mejor se sabe que cualquier sufrimiento sea para ella pero no para él. Las horas continuaban pasando en lenta espera y ella se preguntaba ¿por que? No hay respuesta ante los avatares de la vida y sólo queda asumirlos en su crudeza y riesgo y esperar la mejor de las noticias. Agotada y cansada, su cuerpo lo ignoraba porque su espera en la esperanza era más fuerte que cualquier cansancio, cualquier agotamiento. Simplemente desde lo más profundo de su ser escuchaba una súplica desesperada que le susurraba: "no te vayas, aún no te vayas, y yo estaré guapa y sin llorar para ti".
Eran las 23: 43 horas de la noche y al fin todo terminó, y ella temblando entro a verlo un minuto y acercándose a su oído lo beso y le dijo: "estoy guapa para ti", pero no pudo evitar llorar de alivio al saber que ya todo había acabado bien.
y las horas en el tiempo se hacían cada vez más lentas. No hay consuelo en esos momentos, solo incertidumbre y espera. Por su mente pasan todos los instantes de la vida de ese hijo ahora en riesgo, desde su nacimiento hasta este momento crítico, y desde el fondo de su ser pedía a las alturas poder seguir viviendo muchas más sonrisas de él. Estos son los momentos en que una madre se cambiaría gustosa por el lugar de él, es el momento en que mejor se sabe que cualquier sufrimiento sea para ella pero no para él. Las horas continuaban pasando en lenta espera y ella se preguntaba ¿por que? No hay respuesta ante los avatares de la vida y sólo queda asumirlos en su crudeza y riesgo y esperar la mejor de las noticias. Agotada y cansada, su cuerpo lo ignoraba porque su espera en la esperanza era más fuerte que cualquier cansancio, cualquier agotamiento. Simplemente desde lo más profundo de su ser escuchaba una súplica desesperada que le susurraba: "no te vayas, aún no te vayas, y yo estaré guapa y sin llorar para ti".
Eran las 23: 43 horas de la noche y al fin todo terminó, y ella temblando entro a verlo un minuto y acercándose a su oído lo beso y le dijo: "estoy guapa para ti", pero no pudo evitar llorar de alivio al saber que ya todo había acabado bien.