El árbol de mi vida hecha sus raíces, y la vida surge desde el fondo del abismo envuelto en armonía y belleza, a la caza de la felicidad. Caminos de prados verdes que poco a poco te desnudan. Y las hadas te protegen, te susurran y te anuncian, que de nuevo el sol en tu vida brillará. Ansías encontrar la luna que en tu vida brille en la noche, y se alce en el cielo mirándote. Asciendes por encima de las nubes, y la lluvia acaricia tu cuerpo y un abrazo se te regala. Ahora el candil que te alumbra te muestra el camino. Dejas todo atrás fundido en los recuerdos. La niebla de la noche te acompaña al cruzar el puente de tu alma, y un adiós a todo lo malo se despide desde el anden. Y al final de tu vida esperas en un banco el frío invierno. Desde el cielo te protegen y te guían. Un banco solitario ya no me espera, porque he decidido volar más allá y dejar de esperar.
Ahora que ya he andado la mitad de mi vida quiero sentarme aquí, a la sombra de un árbol y al borde de ese camino, y reflexionar, y contaros lo visto y conocido desde mi visión de las cosas. Te diré lo que yo vi y viví. Estarás de acuerdo conmigo o no. Lo criticarás o simplemente te dará igual. Pero en cualquier caso aquí están estas sensaciones y retazos de mi camino, vivido y por vivir. Sólo cuento lo que aprendí al vivir, y aunque mi vida no es la tuya, todos aprendemos de todos.